¿Quieres ser sano?

Mientras buscaba en un programa de lectura bíblica llamado E-Sword, veía algunas expresiones de Jesús resaltadas en rojo y algunas ideas vinieron a mi mente. Las comparto con ustedes.

¿Quieres ser sano? - Isaías 53:5 y Santiago 5:15 establecen un vínculo entre el perdón y la salud. Dios siempre quiere sanarnos. A veces por dentro, a veces también por fuera. Pero no siempre deseamos ser sanados por dentro, pues a veces ser sanados en nuestro interior implica procesos dolorosos de recuerdos y de algún perdón que no estamos dispuest@s a otorgar. Cuando nos obstinamos en no perdonar, la Biblia enseña que Dios no puede perdonarnos (Mateo 6:5-15) y que pronto enfermaremos (Salmo 32).


No tengo quien me meta en el estanque - A menudo creemos que el sacrificio de Jesús no es suficiente para limpiarnos de nuestros pecados y sanar nuestras memorias dolorosas. No hablo de borrar memorias, sino de sanar el dolor ligado a nuestras memorias. Creemos que tienen que haber otros recursos que necesariamente intervengan en nuestra sanidad. Dios usa muchísimos recursos para preparar el camino en el proceso de sanarnos, pero no podemos perder de vista que el único Recurso que en efecto puede sanarnos es Él, la Fuente de nuestra vida (Lucas 8:43-44).

Otro desciende antes que yo - A veces nos colocamos en un rol de víctima y llegamos a creer que nunca podremos alcanzar lo que Dios quiere para nosotros. Cuando mi padre vivía, yo solía sentir que no era capaz de complacerlo. No importando cuánto me esforzara, su forma de motivarme (de intentarlo) era invitarme a lograr algo aún mayor. Pensaba que Dios era igual: imposible de complacer, siempre con nuevos mandamientos o señalamientos a mi pecado. Algunos piensan que no merecerán la gracia de Dios hasta que hagan o dejen de hacer algo en particular. No merecemos la gracia de Dios, no importa lo que hagamos (Efesios 2:8). Y no lograremos la perfección por nuestro esfuerzo humano. Pero Dios nos ha dado Su Espíritu porque desea que crezcamos cada día, pues al hacerlo disfrutamos más Su gloriosa cercanía (Filipenses 3:12-14; Efesios 4:11-14).

A veces he estado en un lugar donde un profeta ha dirigido una palabra específica a personas particulares. He pensado que me habría gustado que Dios me hablara de esa forma. Pero Dios hace como Él quiere. Si otro recibe la salvación, la liberación de sus rencores y raíces de amargura y la transformación de su vida interior, o si Dios lo anima o lo comisiona, no hay por qué tener envidia o compararse. Dios quiere bendecirnos a todos y tiene lugar para todos en Su Reino. Su bendición no tiene medida. Pero Él no trabaja con todos de la misma forma (1 Pedro 4:10).

Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa - Dios nos invita a asumir responsabilidad por nuestra sanidad, a no quedarnos en la caída, en la depresión, en la tristeza, en el enojo. Él quiere que vivamos despiertos, no adormecidos; activos, no postrados inertes, y que regresemos a nuestra Casa, que está en Su presencia. Él quiere poner en nuestra boca un cántico nuevo de gozo, alabanza y gratitud por la vida (Efesios 5:13-20; Salmo 40:1-3).

No peques más, para que no te suceda algo peor - A veces nuestras enfermedades, depresiones o estancamiento tienen que ver con nuestra condición espiritual. Debemos continuamente ir a la Fuente de salvación para el perdón de nuestros pecados y conservarnos puros confesando a Dios nuestros pecados cada día (1 Juan 1:9; Salmo 32:5). Dios puede sanar nuestras heridas si estamos dispuestos a confesarnos, perdonar y perdonarnos. Debemos mantenernos alertas para no recaer en resentimientos que den lugar a al enemigo de Dios para robarnos Su bendición (Efesios 4:26-27).

Dios quiere sanarnos. Sobre todo, sanarnos por dentro.

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