Mujeres Cristianas de Puerto Rico

Durante los últimos años Dios ha estado trabajando en mi ser interior. Ha trabajado mucho con mi autoestima, con mi identidad en Él, con mi búsqueda de Su propósito para mi vida y otros asuntos de sanidad interior. Por algún tiempo había tratado de renovar mi guardarropas porque cuando lo abría, casi todo lo que veía era negro o de color oscuro. Aunque me gusta mucho la ropa negra y luce elegante, era demasiada ropa oscura. Sabía que era un reflejo de la gran depresión por la que había atravesado durante varios años, así que me había dado a la tarea de regalar algunas piezas de color oscuro e ir tratando de comprar algunas de colores más brillantes.  Hace como un año, mientras oraba en mi habitación, sentí la inquietud de sacar parte de la ropa que había en mi guardarropas. Esta vez no era por el color, sino por su estilo. Era ropa de fiesta, mucha de ella bastante escasa de tela o muy entallada al cuerpo. Recordé una predicación de la pastora Norma Pantojas en la que invitaba a

El 19 de agosto el Rvdo. Miguel A. Morales, pastor de la Iglesia Discípulos de Cristo, predicó un sermón sobre la historia de David y Goliat. En su mensaje el Rvdo. Morales presentaba tres puntos de vista desde los cuales era mirada la situación que en ese momento enfrentaba Israel. El primer punto de vista fue el del rey Saúl. El Rvdo. Morales le denomina la visión del acomplejado. Saúl nació con todos los atributos físicos e intelectuales para cumplir la misión para la que Dios lo había diseñado: ser el primer rey de Israel. Sin embargo, su gran complejo de inferioridad le hizo cuestionar a Samuel cuando lo ungió rey y luego le hizo esconderse cuando lo llamaron para tomar esa posición. Cuando David le dijo que enfrentaría a Goliat, menospreció igualmente a David e intentó darle una armadura que en lugar de traerle ventaja le traía incomodidad e inseguridad. Dios no había diseñado a David para pelear con escudos, lanzas y jabalinas.