¡Quién me diese alas como de paloma!


¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. Ciertamente huiría lejos; moraría en el desierto. Me apresuraría a escapar del viento borrascoso, de la tempestad. Salmos 55:6-8

Recientemente leía este Salmo y pensaba en las muchas ocasiones en que quise huir de mis situaciones e incluso de mis procesos de aprendizaje. Me he sentido débil y cansada, sólo he querido dormir mucho para huir de alguna realidad difícil de encarar.  Pero el Señor tiene llamado y promesa para todas. Nos invita a entrar en Su reposo, es decir, en Su presencia, porque Él mismo es nuestro Reposo. En Él encontramos nuevas fuerzas -más allá del cansancio físico- para enfrentar cualquier circunstancia adversa. Él nos promete darnos alas no de paloma, para huir de la realidad, sino de águilas para volar por encima de ella con la visión de Su propósito para nuestra vida. Porque las que aman a Dios saben que todas las cosas conducen a su bien y les guían de algún modo hacia el propósito para el cual han sido creadas y llamadas por Él (Romanos 8:28).

No huyas de tu realidad, ora y pide a Dios que te ayude a entender qué es lo que te toca aprender de la situación que atraviesas. Pídele que te ayude a utilizar esa experiencia para el cumplimiento del propósito que Él tiene para tu vida. Remóntate en las alas del Gran Águila y mira las cosas desde la perspectiva divina. Todo cuanto ocurre puede transformarse en herramienta útil para el propósito que Dios te ha trazado.

Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán. Isaías 40:30-31

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