De esperas y esperanzas...

Esta mañana estuve revisando mensajes posteados en Internet por amistades que residen en varios países. ¡Qué bueno es poder acceder a la cercanía de los amigos a pesar de la distancia!

Entre los mensajes posteados, llamó mi atención uno en el que aparecía la foto de un anciano. Dí "click" en el enlace que leía "ver más". El texto me pareció extenso y, momentáneamente, postergué el leerlo. Comenté la foto. Luego sentí curiosidad por el contenido. Me alegra haber regresado a él. Lo disfruté mucho y deseo compartir con ustedes algunos fragmentos. Especialmente con aquellas que hoy se encuentran con las esperanzas cansadas.


El Padre Jáuregui hablaba de Simeón, un anciano sacerdote que vivió su vida entera esperando al Salvador. En su vejez, Dios le concedió la dicha de conocerlo personalmente y el honor de ser quien lo dedicara a Dios, según la costumbre judía. Aunque la espera fue extensa, la esperanza de Simeón nunca murió. Su fe fue premiada en forma tan grandiosa, que encontró satisfecho el objetivo de su existencia, al decir: "Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación" (Lucas 2:29-30).

En su exégesis (aplicación práctica de los principios bíblicos), el Padre Jáuregui comenta:


"La luz tardó en alumbrar. La noche fue larga como para envejecer. Pero, la esperanza es así, no tiene hora... Las esperanzas sembradas en el corazón terminan amaneciendo. [Para Simeón] comienza a hacerse luz cuando sus ojos se están ya apagando. Puede abrazar al Salvador prometido, cuando ya sus brazos están cansados. Dios nos hace esperar. Dios no funciona al ritmo de nuestros relojes. Dios no funciona al ritmo de nuestras prisas. Pero Dios no falla. Dios no nos engaña con sus promesas. Dios no falla a nuestras esperanzas...

Me encanta escuchar que al final de la vida alguien puede cantar de gozo y de alegría... Es la Epifanía del que... cargado de años, siente el gozo de haber vivido. Siento la alegría dejándose abrazar por quien supo esperar..."

A veces atravesamos tiempos de espera... de larga espera. Humanamente, nos preguntamos si Dios cumplirá su promesa  (promesa que a veces interpretamos mal). Pero Él es el Dios que siempre nos ve; el Dios que no abandona; el Dios que no miente; el Dios que no se arrepiente de su propósito. Es el Dios que cuida de los sueños que soñó para nuestras vidas. 

En ocasiones nosotr@s mism@s retrasamos el cumplimiento de Sus promesas, al no prepararnos para ellas. Nos alejamos de Su buen propósito al no buscarle, al no obedecerle, al no creerle. Agraciadamente, Su bondad es nueva cada mañana y cada día nos ofrece la oportunidad de invocarle y de abrir nuestros ojos para ver Sus promesas cumplidas paso a paso, en las pequeñas transformaciones de nuestro pensar y sentir; en las pequeñas y grandes instancias de nuestra vida. 

De toda promesa esperada de Dios, la más gloriosa es la de ver Su rostro al recibirnos en Sus amorosos brazos, en aprobación por completar la carrera que pone ante nosotros. ¡Que Su Buen Espíritu nos ayude a perseverar hasta ver la promesa dichosa de nuestra salvación en Cristo Jesús!  

Salmo 39:7  Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti.

Agradezco al Padre Jáuregui su condescendencia al permitirme citar en esta página algunos fragmentos de sus escritos. 

Basado en la reflexión La sonrisa de un anciano: La presentación del Señor, del Padre español Juan Jáuregui Castelo. [Usado con permiso.]

Comentarios

Entradas populares de este blog

Eventos: Encuentro para Mujeres y Taller sobre emociones

Prensa misionera mundial: Material evangelístico y de discipulado