Trata de personas, la nueva esclavitud

He escuchado esta expresión muchas veces. Un conocido cantante puertorriqueño fundó una institución que dice combatir la trata de personas. La trata de personas ha sido llamada la esclavitud moderna. Se supone que la esclavitud esté abolida, pero me parece que más bien está preservada para los más ambiciosos, ricos y poderosos.

Esta tarde me contaron que al sur de la Florida ha proliferado el negocio de la trrata de jovencitas. Éstas son alquiladas por fines de semana a personas con mucho dinero que llegan para hacer turismo sexual. La historia es la misma en muchos lugares del mundo. Las estrategias son diversas. A veces son de coacción, a veces son de seducción. Personas con necesidad económica suelen ser el blanco más atractivo, pues son más fáciles de persuadir y de engañar. Las condiciones a las que son sometidas estas personas en lugares de trabajo y en casas lejos de su hogar son humanamente insufribles.
Leía en cierta página Web que se asemejan a las condiciones a las que eran sometidos los esclavos de siglos pasados. (Pueden acceder a esa página desde la pestaña "Trata de personas" en este blog.)

Esto me hace recordar algo que dijo hace un tiempo un anciano de la iglesia a la que asisto. Los demonios no mueren. Y el enemigo de Dios no es omnipresente, así que actúa con ayuda de los demonios, incitando al mal a las personas que se encuentran alejadas de Dios. Como son los mismos demonios de siglos anteriores, las personas incitadas terminan actuando de la misma forma, aunque con distinta tecnología o con estrategias refinadas. Un pastor que escuché una vez dijo que cuando nos enojamos y mantenemos el enojo por mucho tiempo abrimos puertas para que el enemigo de Dios nos incite a causar daño a otras personas. 

Cristianos o no cristianos, todos los seres humanos en nuestra naturaleza deformada por el pecado (lo que la Biblia denomina en Romanos 7:14-25 el hombre carnal) somos capaces de actuar en forma egoísta y hacer daño a otros seres humanos. Esa naturaleza carnal nos incita a dominar a otros seres humanos, aunque sólo fuimos creados para dominar a las demás especies de la Naturaleza, que debían servirnos de alimento y ayuda. Para poder dominar nuestra naturaleza carnal tenemos que someternos al dominio del Creador, al Señorío de Aquél que dio su vida para perdonarnos y que con su propio ejemplo nos enseñó la importancia de amar y perdonar. Esto es algo que, por ir contra esa naturaleza pecaminosa, no nos resulta cómodo ni fácil. Por eso Jesús nos dejó a su Espíritu Santo para darnos poder, amor y dominio propio (1 Timoteo 1:7). 

Oremos por los perpetradores de la esclavitud moderna y por sus víctimas. Y oremos para que nuestra conciencia sea siempre sensible a la voz del Espíritu de Dios que nos insta a amar, perdonar, proteger, consolar, ayudar, socorrer y hacer el bien. Que ese buen Espíritu gobierne nuestras vidas y nos ayude a alcanzar tanto a los victimarios como a las víctimas para que sus vidas sean sanadas y transformadas por Dios. ¡Que venga Su Reino!

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