Hasta que la muerte los separe

Encontré esta imagen en una página de Facebook. Poco tiempo después escuché a una persona de la iglesia mencionar entristecido y asombrado que 7 de cada 10 personas que se casan se divorcian. Y de esas 7 que se divorcian, 4 son cristianas. 

Dios nos ha llamado a verdad y a libertad. No podemos tratar de mantener matrimonios que realmente no lo son por dar una apariencia. Tampoco tenemos que permitir que nos maltraten o nos pisoteen la dignidad.
Pero el propósito de Dios fue que pudiéramos vivir en pareja por toda la vida. Eso conlleva esfuerzo diario, metas comunes, compromiso mutuo y muchos ingredientes más. A veces no es suficiente con nuestras destrezas y conocimientos. Como en el caso de los que crían, hay que informarse con gente que ha tenido éxito, buscar ayuda espiritual y secular. Y, sobre todo, vivir guiados por el Espíritu de Dios en lo individual y en los asuntos conyugales.

Una cosa puedo decir: El matrimonio, con las desaveniencias que pueda presentar, es un camino más excelente que la convivencia sin contrato si se quiere vivir en salud emocional y psicológica. Aunque ha habido momentos de mi vida en que cuestioné a Dios por su consejo, con el tiempo descubrí que es el más sabio consejo por el que se puede optar.

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