Imperfectas

Si fuésemos capaces de ser perfectos en este mundo y en esta vida terrenal, en vano habría muerto Jesús por nuestros pecados. En vano también sería que el precioso raudal de su sangre derramada en la cruz del Calvario todavía tenga el poder de limpiarnos en cada instante y hasta el último suspiro de la existencia humana.

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