Cirugías del alma

Ayer mientras navegaba la Internet buscando un tratamiento para mi piel encontré un mensaje enviado por una dama a un médico cirujano plástico. En él, ella decía que había perdido una hija y que se sentía muy deprimida. Que quería sentirse mejor por ella y por el resto de sus hijos, por lo que recurría a él para que realizara algún cambio en su apariencia que la ayudara en su propósito.

Creo que es común escuchar a alguna dama decir que se maquilló y se peinó diferente para "subirse la moral". La propaganda nos ha enseñado que aunque gocemos de salud, podremos sentirnos mejor si estamos bien arregladas. Nos ha seducido a perseguir los estándares de las empresas que se lucran de la venta de productos "de belleza". Hemos llegado al punto de tratar de sanar las heridas del alma con intervenciones en nuestro cuerpo. 

La cultura del consumo nos ha enseñado a compararnos. A menudo nos sentimos inferiores por tener más o tener menos de alguna parte de nuestro cuerpo que otra mujer. A veces culpamos a Dios por no ser perfectas. [Como si existiera un modelo de perfección.] Recurrimos a cambios a veces costosos, a veces dolorosos, a veces peligrosos que en nada cambiarán nuestras emociones. Algunas ante la realidad de continuar sintiendo el mismo dolor emocional siguen sometiéndose a cirugía tras cirugía hasta prácticamente convertirse en otra persona. 

Pero Dios nos ofrece un cambio que realmente puede conducirnos al gozo y la paz interiores. Una transformación completa y verdadera. La transformación de dejar de ser lo que el pecado produjo en nuestra vida y volver a ser la persona que Dios diseñó. Ése diseño es perfecto para el propósito de Dios para nuestra vida. Y es viviendo ese propósito que podremos sentirnos plenas y aceptarnos y amarnos tal como Dios nos hizo. 

Hacer cambios en nuestro físico puede hacernos sentir bien por algún tiempo. Permitir que Dios transforme nuestro ser interior puede hacernos sentir felices definitivamente.

2 Corintios 4:16  Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.

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