Ganas de vivir

Saludos a todas, en especial a las que son madres o abuelas o fungen como tales. Ayer me llamó una amiga. Deseaba compartir conmigo un cántico muy hermoso titulado "Alma misionera". Una línea del cántico me emocionó en forma particular. Era una plegaria que decía: "Llévame donde los hombres necesiten... mis ganas de vivir". Caí de rodillas, llorando, para dar gracias a Dios. Hace tan sólo un año atrás en más de una ocasión esta misma amiga me llamó desesperanzada, con ganas de morir, con mucho miedo, confusión y desánimo, con una fe aplastada por fuertes emociones. También yo hace pocos años tuve momentos así. Estuve enojada con Dios, mi fe parecía menguar, llegué a sentir temor de alcanzar la demencia. Ahora ambas estábamos sanas.
Dios nos había permitido atravesar el valle de sombra de muerte y nos había sacado a salvo. Seguramente no sea el último valle de sombra que cada una atraviese, pero nuestra fe ha sido probada y fortalecida por la misericordia del Dios que nos ama. 

En un día como hoy algunas podrían sentirse tristes, tal vez deprimidas. Los días festivos suelen ser tenebrosos para aquellos cuyas mentes sólo logran enfocarse en el dolor. Pero en Dios hay esperanza. Podemos confiar en que Él está presente siempre, aunque no lo sintamos, aunque no lo veamos. 

También podemos ofrecer nuestras ganas de vivir a otras mujeres y hombres que atraviesan por etapas de dificultad. Más allá de ser Día de las Madres, es Día del Señor. Día de recibir a sus hijos e hijas en la Casa. Día de bendecirles con su amor, consuelo y cuidados. Día de infundirnos la vida que sólo Él puede dar. 

Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.

Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?
Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Juan 6:66-69