¿Quién va tras de ti?

En 1997 Julia Roberts protagonizó una comedia romántica titulada "La boda de mi mejor amigo".  Se trata de dos amigos que siempre han tenido buena química, pero nunca se han visualizado como matrimonio. El varón se va a casar y le pide a la dama que sea su madrina. Ella acude a la ciudad donde él vive para colaborar en los preparativos de la boda y  descubre que está enamorada de él. Cuando él está a punto de casarse, ella le confiesa sus sentimientos. La novia escucha su confesión y huye en un auto, pensando que el novio no la ama. El novio toma otro vehículo y va tras la novia. La amiga (Julia Roberts) también toma un vehículo y va tras el novio. 

Mientras la protagonista maneja, sostiene una conversación telefónica con otro amigo. Le dice que está enamorada del amigo de cuya boda sería la madrina. Le dice que él va tras la novia y que ella va tras él. El amigo, para hacerla reflexionar, le pregunta: ¿Y quién va tras de ti? Ella se percata de que su enamoramiento es unilateral y detiene la marcha. Cuando vi esta película me encontraba casada. Pero me hice la misma pregunta: ¿Quién me sigue a mí? No sentía que mi pareja iba tras de mí. Sentía que mi enamoramiento era unilateral o al menos que mi concepto del matrimonio y el amor eran distintos a los de él. 

Cuando Jesús resucitó se encontró en el camino con dos personas que iban hacia Emaús, lamentándose por su muerte. Él fue tras ellos, los acompañó en el camino, pero ellos no se percataron de su presencia. Por mucho tiempo yo sentí que nadie iba tras de mí. Me sentía indigna de amor, sin belleza, sin una personalidad atractiva. Pensaba que el amor de mi familia, amigos, iglesia, no eran suficientes; ellos me amarían de todas formas. Buscaba sentir que un hombre iba tras de mí. Me humillé, yendo tras de un hombre, con conductas codependientes que me degradaban y lo exaltaban a él. (Naturalmente, luego lo resentía.) Un día Dios usó a una mujer para darme un mensaje: "Yo nunca te he abandonado". Entonces comencé a ver y agradecer el amor de Dios. Comencé a trabajar para aprender a valorarme, a verme como Él me creó, me diseñó y me ve. Entendí que Él siempre fue tras de mí y siempre estuvo más cerca de lo que yo podía entender o reconocer. Estoy aprendiendo a amarle como Él me ama. Ahora quiero ir tras Él porque Él fue primero tras de mí para amarme con su amor eterno y perfecto. 

Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. 1Juan 4:19 


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