El soplo de vida de Dios

Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Génesis 2:7

Esta noche escuché un hermoso testimonio de una pareja cristiana. El esposo estuvo al borde de la muerte. Llegó a sentir su espíritu comenzar a desprenderse de su cuerpo. Se encomendó al Señor. Luego recordó a su familia y le pidió al Señor que si era Su voluntad, le permitiera ver a su hijo casarse y graduarse de Leyes. Los amigos que lo conducían al hospital llamaron a la esposa por teléfono para notificarle que él estaba inconsciente. Ella se turbó mucho, pero comenzó a orar. El Señor iba dándole instrucciones para que ella pudiera incorporarse y llegar al hospital. 

Cuando llegó al hospital, vio sobre la cama donde yacía su esposo lo que ella denomina "un espíritu de muerte" acostado esperando la muerte de él. El esposo se debatía entre la vida y la muerte. Ella preguntó al Señor si se lo llevaría. El Señor le dijo que no era su tiempo. Le ordenó soplar álito de vida sobre su esposo. En tres ocasiones ella sopló, cada vez más fuertemente, y su esposo -en estado inconsciente- aspiraba. En la tercera ocasión, ella reprendió el espíritu de muerte y al soplar, como Dios le ordenó, su esposo regresó a la vida.  En poco tiempo fue dado de alta del hospital y el médico confirmó el milagro de vida que él había recibido. 

A veces nuestro cuerpo parece desfallecer. A veces sentimos que perdemos el alma por un dolor emocional. A veces nos preguntamos si perderemos la cordura y no volveremos a vivir una vida normal. Hay muchas formas de morir. Pero en todos los casos, hay un Dios de vida que sopla su aliento restaurador que puede levantarnos de la misma muerte. Sólo tenemos que encomendarnos a Él y rendirnos a Su voluntad.

 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 1Corintios15:55
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;  y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, Amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Apocalipsis 1:17-18

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