Jesús ve tu cansancio
En
días recientes estaba leyendo el Evangelio según
San Marcos, capítulo 6. Dos frases
llamaron mi
atención: “viéndoles remar con gran fatiga… vino a
ellos”.
En los versos 30 y 31 Marcos nos dice que los discípulos
salieron a enseñar, enviados por Jesús, y regresaron contándole lo que habían
hecho. Entonces Él les mandó a apartarse a un lugar desierto a descansar porque,
atendiendo a la gente, ni siquiera habían sacado tiempo para alimentarse.
¿Cuántas veces has estado tan agobiada de trabajo que olvidas comer o
descansar? El Señor Jesús nos enseña a separar tiempo a solas para atender
nuestras necesidades básicas.
En los versos 32-34 se narra que Jesús se fue con ellos en
una barca a un lugar apartado, pero la gente se percató y, por tierra, avanzó
hasta el lado opuesto de la ribera, a donde ellos se dirigían, y los esperó.
Cuando los que estaban en la barca llegaron al otro lado, Jesús sintió
compasión por esa gente que anhelaba tan vehementemente ser enseñada y guiada
“como ovejas sin pastor”, y comenzó a enseñarles. Las horas siguieron pasando y
ahora ni los discípulos ni la gente habían comido. Entonces Jesús da
instrucciones a los discípulos y hace el milagro de la alimentación de una
multitud de más de 5,000 personas.
En el verso 45 el evangelista nos dice que Jesús envió a los
discípulos a embarcarse de nuevo y alejarse a descansar mientras él se
encargaba de despedir a la gente. Él se quedó solo con la multitud y se las
arregló para despedirlos satisfechos. Ya estaba por anochecer y por fin se
fueron. Entonces Jesús sacó tiempo para él. Se fue solo al monte a orar porque
Dios es Reposo.
Ahora viene la frase que llamó mi atención.
<Y
después que los hubo despedido, se fue al monte a orar;
y al
venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra.
Y viéndoles remar con gran fatiga,
porque el viento les era contrario, cerca de la
cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el
mar, y quería adelantárseles.
Viéndole
ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron;
porque
todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo:
¡Tened
ánimo; yo soy, no temáis!
Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos
se asombraron en gran manera, y se maravillaban.> Mar 6:46-51
Jesús sabía que los discípulos estaban cansados porque
1. Él los había enviado a predicar, lo cual hicieron.
2. Ellos le habían acompañado mientras Él continuaba
enseñando a la gente ávida de un guía.
3. Ahora, así cansados, el mar les imponía un nuevo reto. El
viento les era contrario y se les dificultaba mantener en ruta la barca porque
estaban demasiado cansados.
No sé si en la oscuridad de la noche la barca estaría
físicamente visible para quien pudiera estar en la orilla, supongo que
dependería de la distancia a la que se encontrara. Pero Jesús la veía. Él está siempre
pendiente de los Suyos. Jesús sintió compasión por ellos y decidió ir a
socorrerles. El pasaje dice que intentaba adelantárseles. No estoy segura del
significado del texto original traducido en esa expresión, pero tomándola
literalmente pienso que Él quería ser su guía cuando ya no tenían fuerzas para
remar y la embarcación se les salía de ruta. Finalmente no se adelantó, sino
que entró en la barca y calmó el viento.
Cuando en nuestro día cumplimos con nuestros deberes y,
estando cansadas, enfrentamos adversidades, podemos sentirnos desfallecer,
pensar que no podemos con la carga (a veces tomamos cargas prestadas que son
responsabilidad de otros) y desear rendirnos. Podemos responder remando en
forma desorganizada, con estrés, con hostilidad, con intolerancia, con
impaciencia, con ansiedad, con desesperación, de tantas maneras que nos desvían
de la ruta correcta. Pero el Señor está atento, ve nuestro esfuerzo y ve
nuestro agotamiento. Él viene a nosotras a guiarnos y darnos reposo, ese reposo
que te permite dormir y renovar fuerzas en medio de las más difíciles
circunstancias. Y cuando los vientos son demasiado fuertes para soportar la
presión, Él entra en la barca de nuestra situación y calma los vientos
tempestuosos tomando control de todo.
Jesús es compasivo. Él quiere que nos cuidemos. Pero si –aun
intentando cuidarnos las situaciones se tornan difíciles y no nos cuesta más
remedio que seguir remando- Él viene a nosotras para darnos Su Reposo, Su
perfecto Reposo.
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti
persevera; porque en ti ha confiado. Isaías 26:3
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