Issue de vejez

William Blake (1757-1827) El anciano de los días (aguafuerte, 1794)

Esta tarde revisaba mensajes de mis amistades en Facebook y encontré un mensaje de una amiga que decía que ella era una abuela joven, aunque algunos, al escuchar que era abuela, le habían dicho que ya estaba viejita.
Otra amiga me llamó y me dijo que había compartido el día con una anciana inspiradora que la había mantenido animada y contenta todo el día, a pesar de que ella (mi amiga) está atravesando por una crisis emocional. Con frecuencia escucho gente debatiendo sobre sus edades y sobre ser o no ser viejo o vieja. El Rvdo. Héctor J. González Vázquez, quien fue mi pastor en la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) al cumplir sus 75 años, escribió un libro titulado ¡Gracias, Señor, porque llegué a viejo! En él se dedica a narrar las muchas experiencias positivas que ha vivido y a enumerar las muchas ventajas de haber llegado a la vejez. Creo que su ventaja favorita ha sido el poder hacer "lo que le da la gana", dentro del marco de lo que es agradable a Dios. 

A mí se me ocurre que Dios es súper viejito, pero ninguno de nosotros tiene ni la agilidad mental, ni la salud, ni el poder, ni la tolerancia, ni el dinamismo ni la infinitésima fracción de Sus atributos. Quizás Matusalén a sus 969, si es que los años en su época duraban lo mismo que ahora, habría por fin logrado aprender algo del carácter de Dios. Yo, por mi parte, me considero vieja y no me molesta. Sólo quisiera tener al menos una gotita de esos bellos atributos que hacen a Dios el anciano más maravilloso del universo. Quiero ser una anciana feliz, vivaracha, activa, amigable, amable, dulce, una persona inspiradora, alguien con quien la gente se sienta bien de compartir, alguien, que -como la anciana que acompañaba hoy a mi amiga- pueda devolver la alegría de vivir a quien se sienta desfallecer. ¡Que así me ayude Dios!

La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la hermosura de los ancianos es su vejez. Proverbios 20:29