Obedecer a Dios no implica un camino fácil

En días recientes escuché a un diácono hablar sobre la noche en que Jesús y Pedro caminaron sobre las aguas (Mateo 14:22-33). Jesús había instruido a sus discípulos para navegar hasta otra ribera mientras Él se retiraba a orar. Como decía este hermano, sería de esperar que si Jesús los envió, todo les saliera bien, pero la realidad es que se encontraron con un viento contrario y fuertes olas que azotaban su barca.

No siempre cuando aceptamos hacer la voluntad de Dios las cosas salen como esperamos. A veces hay resistencia y ataques fuertes que amenazan desequilibrar nuestra barca espiritual, pero Jesús, el que es poderoso para calmar cualquier viento de tormenta, está siempre presente para acudir a nuestro auxilio y conducirnos a puerto seguro. 
¡Que nuestra confianza en Él nunca falte! Amén.
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33 

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