Meditaciones

Esta mañana una amiga me envió la meditación de la revista El Aposento alto correspondiente al 6 de julio. Pude ver mi propia vida reflejada en ella, por cuanto todos hemos pecado (Romanos 3:23). Gracias a Dios por Jesucristo Su Hijo, quien ha lavado nuestros corazones (I Juan 1:7) y nos ha rescatado y colocado seguros en las manos de nuestro Buen Padre Eterno. 

Enredada en el pecado

Por Mitzi C. Smith (Carolina del Sur)

De niña, me encantaba pasar los días largos de verano corriendo descalza en nuestro patio. A veces las plantas espinosas se posesionaban de algunas partes del patio; y debido a mis pies sensitivos, escogía brincar por otras partes. Un día, intenté cruzar uno de las áreas con arbustos espinosos. Brincaba y daba vueltas alrededor de los arbustos, tratando de evitar las espinas y los cardos. Después de unos momentos, comprendí que había saltado hasta quedar en medio de los arbustos. Entonces hice lo único que podía hacer. Grité: «¡Papá!». Pronto vi a mi padre corriendo hacia mí. Me levantó y me llevó de vuelta a la yerba suave.

Al igual que mi experiencia acercándome al área de los arbustos espinosos, saltamos alrededor del pecado para encontrarnos enredados repentinamente sin salida. Afortunadamente, tenemos un padre amoroso que escucha nuestro clamor. Dios nos toma en sus brazos, nos rescata de las enredaderas del pecado, y coloca nuestros pies en el camino correcto.

Salmos 40: 1-3 (Versión Moderna)

Esperaba con persistencia a Jehová; y él inclinóse hacia mí, y oyó mi clamor. Me hizo subir también de un pozo horrible, de un lodo cenagoso, y asentó mis pies sobre una roca, y dió firmeza a mis pasos; y puso en mi boca un cántico nuevo, alabanzas a nuestro Dios...

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Imagen "Mi confianza está puesta en Dios" por evangelizacion.com.