Procesos de
Sanidad Interior
Me considero una persona valiente. No
porque no sienta temor, sino porque –siendo emocionalmente vulnerable- soy
capaz de determinarme a hacer lo que siento miedo de hacer a fin de alcanzar
una causa suficientemente importante como para asumir el riesgo, y porque amo la
honestidad aunque a veces me acarree dificultades.
Uno de los mayores retos que conozco
no es uno evidente: la confrontación con la propia interioridad. Adentrarse en
el mundo de los recuerdos puede llegar a ser en ocasiones un proceso
intimidante muy difícil de afrontar. Pero aprendí que para sanar una herida del
corazón –dolor, resentimiento, tristeza- hay que estar dispuesto a volver a
experimentar la emoción como en el primer día antes de poder separarla del
recuerdo y mirarla desde fuera del corazón, con el entendimiento.
He atravesado el oscuro túnel de ese
proceso más de una vez. Las emociones se levantan como enormes olas de un mar
embravecido o como el fuerte viento de un huracán. Pero con paciencia las olas
retornarán al mar haciéndose la bonanza, y el viento habrá limpiado el aire
para mostrarnos un cielo nuevo, más radiante y esplendoroso.
A este tipo de proceso hay que entrar
dispuesto a perder y a perderlo todo a cambio de un bien mayor y más permanente.
Es así como me conquisto a mí misma un
día a la vez. A veces me aterra tener que aceptar que no tengo control sobre
los resultados. Entonces me escondo en
la hendidura de la Roca Fuerte, donde siempre saldré ilesa de cualquier
tempestad.
Sé para mí una roca de refugio, a la
cual pueda ir continuamente; tú has dado mandamiento para salvarme, porque tú
eres mi roca y mi fortaleza. Salmos 71:3
Comentarios
Publicar un comentario
¿Deseas ofrecer tu opinión?